Hace unos 3.500 millones de años, el planeta cambió y dejó de ser anaeróbico (que no utiliza oxígeno). Este proceso fue gracias a las cianobacterias, las inventoras de la fotosíntesis. Las cianobacterias comenzaron a absorber el hidrógeno de las moléculas de agua y liberar el oxígeno a modo de basura. Como consecuencia de ello, durante millones de años, el planeta se oxidó (las muestras evidentes las encontramos en las actuales minas de hierro).

Estromatolitos de la Shark Bay, Western Australia. En la Shark Bay las aguas son demasiado saladas y por eso los estromatolitos de esta zona han podido sobrevivir a los ataques de las especies animales que, precisamente gracias a ellos, habitan el planeta Tierra.
Se cree que este proceso se inició dónde el mar era poco profundo, con la creación de un tipo de rocas bacterianas llamadas estromatolitos (literalmente “cama de piedra”). Hoy, en la Shark Bay (Western Australia ) se puede hacer un auténtico viaje en el tiempo y observar cómo fueron los primeros ecosistemas vivos de la Tierra. Los procesos que iniciaron los estromatolitos aumentaron el oxígeno de la atmósfera de la Tierra del 1% hasta el 21%, iniciando una nueva fase en la historia de la vida. Hicieron falta unos 2.000 millones de años (el 50% de la historia de la Tierra ), para que, gracias a la fusión de dos bacterias, aparecieran las primeras células eucariotas. A partir de ese momento, todos ya conocemos más o menos la historia.
Si la longitud de un campo de fútbol equivale a aproximadamente 3.500 millones de años desde la aparición de los primeros estromatolitos hasta hoy, la historia de la vida del ser humano en la Tierra no ocuparía ni la anchura de la línea blanca que delimita el terreno de juego. Efectivamente, los Estromatolitos han sido capaces de sobrevivir a las épocas glaciales, caídas de meteoritos, y hasta hoy, a la acción del hombre en su hábitat natural.
Tal y como ya hemos expuesto en el apartado web de este blog, por técnica entendemos todo lo que el Hombre ha ido creando para poder lograr un entorno diferente, poder vivir de otra manera a la que la naturaleza le ofrecía. Precisamente por ello, creemos que la única manera que tiene la especie humana de intentar llegar a unos niveles de perpetuidad similares a los de los estromatolitos es mediante la creación de una técnica sostenible; una sostenibilidad que debe abarcar los campos económicos, sociales y medio ambientales. Efectivamente, si como especie queremos sobrevivir a futuros meteoritos, cambios climáticos, epidemias, etc., necesitamos crear una técnica que nos permita superar estos obstáculos. De momento, sin embargo, deberíamos obligarnos a crear una técnica económica capaz de alimentar de forma sostenible y justa a la población actual. La especie humana tiene las herramientas para poder lograrlo, o al menos intentarlo. Estas herramientas son el amor y el conocimiento. La retroalimentación de estos dos elementos es la única manera sensata de crear una sostenibilidad de larga duración.
Por un lado, el amor, como un tipo de arte tal y como lo definió Erich Fromm, significa poder preservar la propia integridad. Fromm aseveraba que << la afirmación de la vida, felicidad, crecimiento y libertad propios, está arraigada en la propia capacidad de amar, esto es, en el cuidado, el respeto, la responsabilidad y el conocimiento. [ … ] El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de los que amamos>>. Está claro que sólo se puede proteger lo que se ama y por eso es también bastante evidente que todavía nos queda un largo camino para llegar a proteger nuestro entorno, a quererlo de verdad. Si como arte el amor requiere de disciplina, concentración, y paciencia, la vida moderna no nos ayuda mucho a ser unos artistas dignos.
Por otra parte, el hombre experimenta el conocimiento como una actividad humana. Es decir, cada uno de nosotros experimenta nuestro propio hecho de conocer. Por ello, la expresión fundamental y vital de conocer no se puede reducir a una sola definición. Bertrand Russell argumenta que el conocimiento es <<una característica que puede ser desarrollada en nuestras reacciones al medio que nos rodea>>, es decir, el conocimiento es una característica de todo el proceso que lleva del estímulo a la reacción. Por ello, y como síntesis de todo lo anterior, nosotros entendemos como conocimiento el proceso por el cual cada individuo escoge unos medios con el fin de conseguir un objetivo. Se conoce a medida que se experimenta y por ello el conocimiento no tiene nada que ver con la información. La información puede ayudarnos a conocer, pero sólo la creación de nuevo conocimiento puede generar nueva información. Precisamente la creación de nueva información es la base de la ciencia: ningún descubrimiento es fruto de un solo hombre, sino que antes ha habido muchos otros que han hecho pequeños pasos en ese sentido.
Por todo ello, debemos tener fe en la necesidad del amor, como parte de la naturaleza del hombre, y en la evolución de un conocimiento que busque la sostenibilidad. No en vano, el futuro de nuestra especie está en juego.

Nadando con un tiburón ballena en la Ningaloo Coast , Western Australia . Se cree que el pescado más grande de los océanos habita sus aguas desde hace 400 millones de años. El Homo sapiens sapiens tan sólo hace unos 200.000 años que pisa el planeta.